Qué difícil es comenzar de nuevo, retomar viejos hábitos, crear unos nuevos. Buscar otros espacios, habitar diferentes territorios...
La idea de volver a este espacio después de tanto tiempo surgió a partir de múltiples situaciones, múltiples excusas. El 2023 fue un año muy duro para mí desde lo personal y desde cualquier perspectiva que pueda verse... Tal es así que todavía camino a través de sus consecuencias y sus esquirlas aún siguen haciéndome daño...
Sin embargo también tuvo cosas muy buenas: Sentí el apoyo y calor incondicional de mi familia, conocí gente maravillosa que me ayudó, semana a semana, a encontrar mi camino y me encontré definitivamente como una persona creativa plena, llena de ilusiones y de proyectos.
Por mucho tiempo estuve perdida, me sentí un fantasma que deambulaba inerte entre colores y formas que me eran ajenas, me sentí un alma en pena intentando vivir una vida que no era la mía, intentando llenar huecos, transitando mundos a los que no pertenecía. Buscaba la respuesta afuera sin darme cuenta de que siempre estuvo escondida en mi interior.
En ese tiempo aprendí muchísimas cosas: que el dolor puede ser infinito al igual que el amor, que la paciencia no debe tener límites al igual que la imaginación y que, en la más oscura de las noches, en la negrura más plena, cuando pareciera que llegamos a tocar el más profundo de los fondos, siempre hay una luz que nos da la fuerza suficiente para dar un paso más y seguir adelante.
Este es uno de esos tímidos primeros pasos...
Después de semanas ¡De meses! sin sentarme frente al teclado, estoy en la veraniega penumbra de mi habitación, abriendo una vez más mi alma. Después de muchísimo tiempo de silencio y soledad retomé el más hermoso de los hábitos que es el de la palabra escrita. Después de tanto tiempo alejada de mí misma, pude mirarme nuevamente en el espejo de la lectura, la gran pasión de mi vida.
Como en todos los amores, en el mundo de la palabra, hay encuentros y desencuentros... hay alejamientos y momentos de intensidad infinita. Hay abandono y pérdida pero también un fuego fatuo que nunca se apaga del todo.
Y gracias a Dios o al Destino, que para mí son la misma cosa, aquí estoy nuevamente. Con esta loca idea que nunca dejó de rondarme la cabeza. No es que me haya cansado de los cuadernos, los papeles y los colores, no ¡Al contrario! Ellos siempre están a un costado de mi escritorio, pero siento que debo darme una nueva oportunidad, darme la posibilidad de volver a ser yo... Darme la chance de dejar de sentirme un triste reflejo para ser de verdad un espejo.
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