Busco algo que sé que no voy a encontrar… encuentro algo que sé que nunca creí que fuera a buscar… Continúo mi camino a través de las letras, continúo con las letras a medida que trazo mi camino… Tengo aún mi libro de poemas borgeanos entre las manos; sigo recorriendo las angostas calles del cementerio como si ellas mismas fueran las páginas de un libro a punto de cerrarse.
Pienso, siento que decenas, miles de historias (algunas tremendamente heroicas, otras sencillas y cotidianas), terminaron allí, incrustadas en las fechas talladas en la piedra.
En este mar de mármol y bronce donde el pasado se entrelaza con las ramas de los árboles, está viva nuestra historia… está muerta nuestra historia. De algunos conocemos sus nombres, los leímos en los libros, los estudiamos en la escuela (tan guardapolvo blanco y escarapela, himno cantando bien firmes y oración a la bandera…), sabemos lo que hicieron por la Patria y por ellos mismo, pero ¿sabemos realmente quiénes fueron? ¿Cuáles fueron sus pensamientos, sus deseos? ¿Sabemos cuáles fueron sus miedos? ¿Sabemos cómo se sintieron… lo que sintieron?…
Anhelo del reconocimientos que su pasado merece.
En un sitio en donde la la historia se puede acariciar con la punta de los dedos, su linaje no está completo. Su sangre no está completa. El exilio, el destierro, el desarraigo en muerte es mucho más doloroso que en vida, porque trae el olvido… la muerte verdadera. Quien fue grande ahora es nada… todo lo que ahora es, pronto nada será. Tal vez, un recuerdo; tal vez, unos cuantos versos… una placa con inscripciones… nada más.
A mi mente viene el recuerdo de unas palabras que escribí aquí mismo, hace muchos, muchísimos años…
«Sus ojos se elevaban
hacia el cielo gris,
implorando por un lugar donde dejar de llorar.
Con la mirada suplicante y
los brazos extendidos
perdido en ese vacío mundo de perpetuidad…
Poblado de cruces
y blancas estatuas,
ríos de lágrimas y lánguida eternidad…»
16 de Mayo de 1999
Ya sea alma, ya sea estatua… el olvido es peor que la muerte, es la perpetuidad del dolor eterno… es la muerte de los muertos. ¿Cómo hacer para permitir que no ocurra esto?… es simple: Viviendo.
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