Hoy se cumplen 40 años de la muerte de Julio Cortázar...
Si bien mi entrada en el mundo de los libros fue bastante precoz, mi entrada a la LITERATURA (SÍ, CON MAYÚSCULAS) se la debo a la lectura de sus cuentos.
¿A qué me refiero cuando digo LITERATURA en mayúsculas? a esa literatura que nos hace perder la inocencia como lector, que nos marca una forma de leer nueva, reveladora. A esa literatura que nos enfrenta a textos que nos hacen confrontar con nuestra propia realidad, con la forma que tenemos de entender el mundo y, por sobre todas las cosas, con la forma de ver nuestra propia existencia.
Allá por los años 90 y…, en los últimos días de mis años de secundaria, un profesor de Lengua nos acercó, para que no nos aburriéramos, unos cuentos de un escritor argentino que yo había oído nombrar bastante pero que nunca me había llamado la atención ya que, mis intereses literarios iban por otros caminos. A fuego quedaron grabados los títulos de esos dos cuentos «La salud de los enfermos» y «La isla a mediodía»… Recuerdo, de forma borrosa ya, estar leyendo los pliegos frente a mis compañeros. Lo que no es tan borroso es el recuerdo de lo que significó para mí esa lectura. De golpe me encontré con una familiaridad en la escritura, con unos quiebres, una cercanía que rompió absolutamente todos los esquemas que tenía hasta ese momento. Mis lecturas ya no iban a ser la misma porque yo ya no iba a ser la misma.
De ahí en más comencé mi propio periplo. En una época en que las cosas no estaban tan al alcance de todos como lo están ahora, conseguí algunos cuentos dispersos, algunas antologías, pero lo que yo quería era encontrar su novela, «Rayuela», pues había escuchado que no se parecía en nada a lo que ya había conocido. Cuando finalmente tuve la novela entre mis manos (en una hermosa edición de Cátedra con un interesantísimo prólogo y muchas, muchísimas notas al pie de página), me di cuenta de que hasta ese momento yo no sólo era una lectora ingenua sino también una desconocedora del mundo. Para mí, «Rayuela» fue la puerta que me abrió ese mundo… Página a página, capitulo a capítulo iba sintiendo que ahora todo era posible. Tenía todo por delante.
Los años pasaron… La vida pasó. En ellos viví muchísimas cosas, buenas y malas… Decidí estudiar una carrera de letras, escribí, trabajé en la enseñanza intentando dejar algo de esa pasión en mis alumnos, leí todo lo que pude, amé (y amo…), viajé, me convertí en madre, me equivoqué… sufrí, me perdí… me reencontré, diferente a lo que era… extraña. Cuando tuve la suerte de estar frente a su tumba en París sentí que, de alguna manera, mi rayuela había terminado… que después de tanto salto había llegado al cielo.
Hace años que no leo a Cortázar… no creo que sea desgano. Supongo que es miedo. Miedo de darme cuenta del tiempo que pasó, miedo de darme cuenta de lo que perdí, miedo de darme cuenta de los sueños que no me atreví a cumplir…
Lo que imaginé como un repaso de la vida de Cortázar se convirtió en un repaso de mi vida. Supongo que porque la literatura no se trata sólo de contar grandes historias sino también de reflejar nuestra propia existencia...
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