La Cautiva, (1905) Lucio Correa Morales

Si las casualidades existieran, si el azar fuese el que guía nuestras vidas mediante sus caprichos, diría que aquí posó su inquieta mano.

Si no quieren creerme, allá ustedes. Pero es que caminando por la Av. del Libertador hacia el barrio de Retiro me encuentro con una de los tantos espacios verdes, una de las tantas plazas que decoran BsAs… Su nombre no dice mucho (Plaza República Federativa del Brasil), sin embargo en su corazón está el secreto que guiará mis paso una vez más. Frente a la Facultad de Derecho, nos encontramos con una de las esculturas más antiguas de la ciudad de BsAS, ya que data de 1905… «La Cautiva»… obra de Lucio Correa Morales que, como su nombre lo indica, representa en la eternidad del mármol a una mujer atrapada defendiendo a sus hijos.

No es criolla sino aborigen. Su mirada no es desafiante sino sobrecogedoramente triste. No tiene sogas ni cadenas que la retengan pero no puede huir de de la civilización que la rodea, que la cerca, que la acorrala. Sabe cuál va a ser su destino… Sabe cuál fue su destino. Sin embargo, la imagino como superadora de obstáculos, como alguien que se supo adaptar a las circunstancias que la avasallaban, como alguien que, aún siendo sometida, guarda en lo más profundo de su ser, la pureza de su espíritu… la simpleza de su verdadero ser. Y ahí está el secreto… ¿Por qué la vemos como alguien atrapado entre inmensas paredes de cemento y crsital? ¿Por qué no damos una giro de 180º a nuestra mirada y la vemos como alguien que decidió entrar en la ciudad para poder sobrevivir? Asustada sí, pero valiente…

Me pregunto entonces ¿Hasta qué punto las cautivas estaban totalmente sometidas? ¿De quién (o de qué) eran verdaderamente prisioneras?… ¿De la barbarie o de la civilización? Aquellas mujeres románticas ¿Fueron heroínas por su circunstancias o por haber tenido la fuerza y el valor de superar cualquier escollo?