¿Por qué? ¿Por qué si sentimos que todo está ya escrito, predeterminado, no alcanzamos nunca a comprender, ni siquiera a vislumbrar, el sentido de nuestra existencia?
El pasado es un pájaro que anida en los árboles de la memoria… a veces tirita de anhelos, otras, suspira de nostalgias. Irremediablemente busca en el silencio lo que puede estar dilatado en la palabra. Sé que la respuesta no está en los libros. Sé que las respuestas están en mi alma… pero ellos me ayudan a encontrarla, a ir más allá de esta existencia vana plagada de vacío en el que todo no es más que una idea vaga.
Les aseguro que andar por las calles de BsAs con un libro en la mano es luchar contra los demonios de la nada, es ir persiguiendo las respuestas, es pelearse con la idea generalizada de que todos somos iguales, de que ya no quedan esperanzas, es romper los esquemas, es revelarse contra las masas… es, simplemente, mirar al mundo desde algo más que una pantalla…
Sigo mi camino… esta vez dentro de un museo, esta vez con un cuento.
El azar o el mismo destino me llevó a atravesar los amplios portales del MNBA (Museo Nacional de Bellas Artes). Como si fuese una ventana a otros tiempos, una cápsula al pasado, veo colgado en sus muros testigos de otras realidades que ya no son las nuestras.
¿Nosotros miramos las obras de arte o somos los observados? Aquí y allí, una pintura, una escultura, un retrato nos escruta inquisidoramente, tal vez buscando, ellos también, una respuesta a su existencia.
Paseo por los corredores con el silencio ahuecado por los ecos de las salas. Las obras son mudos testigo de mi andar cuando sin querer me topo con esta inmensa obra, nada más y nada menos que 186,5 x 292 cm de óleos y reflejos que me arrastran y transportan a otro tiempo que, sin ser mío, también es mi tiempo.
Hasta me parece percibir el olor de la huida, la ferocidad del galope… hasta me parece sentir el temblor de la tierra bajo mis pies…
Civilización y barbarie… El tema del indio, del otro, del diferente a mí, el tema del desierto… de la cautiva.
El tema de la mujer española o criolla secuestrada por el malón y obligada a vivir entre ellos es uno de los más recurrentes de nuestra literatura. Apareció con el primer poema dedicado a nuestras tierras (junto con la desilusión y el hambre), y continuó desarrollándose, ya sea en el siglo XIX como en el XX desde diferentes puntos de vista.
Aquí me detengo; aquí vuelvo al texto… aquí tengo un nuevo comienzo…
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